
lunes, 31 de marzo de 2008
"Bon dia Catalunya!"

domingo, 16 de marzo de 2008
I do you el 'chiki-chiki' a mi manera...
1. El Brikindans
Porque es muy difícil que el chiki-chiki se le quite a uno de la cabeza.
2. El Crusaíto
Porque se ha convertido en todo un fenómeno de masas.
3. El Maiqueljason
Porque va a ser el primer año que mucha gente vea el festival de principio a fin.
4. El Robocó
Porque... ¡Irlanda va a mandar una marioneta en forma de pájaro!
Y porque era el mejor en una gala patética, porque fue uno de los pocos que no desafinó, porque TVE intentó por todos los medios que Chikilicuatre no se proclamara vencedor a favor de una tal Coral y, querido José Luís Uribarri, fenómenos culturales como el del chiki-chiki son duros de pelar. Y de asimilar. Porque Eurovisión ya hace muchos años que no reúne a toda la familia ante el televisor. Anda de capa caída. Y la pretensión de resucitar el festival no ha respondido a gusto de todos. Pero si de la mayoría de personas que, democráticamente, han apostado por la parodia del certamen y del circo político que es Eurovisión desde hace tiempo. Porque sí que sí que el tiempo transcurre y las formas cambian. Y ahora lo que se lleva es bailar el chiki-chiki. Nadie se libra. Ni puticienta.
Así que ¡perreeeeeeeeeeen!
sábado, 15 de marzo de 2008
Apendicitis
_ Que me llevo El Periódico, La Vanguardia, El País, El Mundo, El Punto…
Y aparte. Porque hay que estar informado, sí. Pero si resulta que algún día tienen mucha prisa, ¿qué hacen? Pues ahí les va una pequeña y prudente sugerencia. Cogen el PC, se meten en Internet. Buscan grupos multimedia en Google. Y, como si de Rappel se tratara, en cinco minutos saben quién es amiguito de quién y que va a aparecer publicado ese mismo sábado en el suplemento cultural. Lo dicho, que no hay nada como tener buenos compañeros de CAV: Club de Amantes del Vino, Comité de Aperitivos y Vermuts, Conchas Almejas y Valvas… Y así una larga lista, como diría Percebal, de “Reyes del Canapé”. Porque si hay algún elemento que hoy en día pueda descifrar el panorama de la industria cultural en España ese es la Geografía Económica (y la gastronómica, que a todo buen hombre se le conquista por el estómago).
Ante este espectáculo una se cuestiona si debería o no haber horizonte para el suplemento cultural. Si hay suplemento, tal y como indica la misma palabra, es porque existe la necesidad de ampliar o complementar una carencia, la de la cultura, reemplazando su ausencia con su presencia casi obligada. Puede que el remedio sea peor que la enfermedad, pues es bien sabido que el suplemento decide qué publicar cumpliendo antes con los compromisos extraculturales de todo el grupo. Pero pensar en eliminarlos podría convertirse en un fatal error. Tal vez lo inteligente sería, siendo realistas y asumiendo que dentro del propio periódico la cultura no tiene gran cabida, aumentar las páginas de los suplementos y publicarlos diariamente. Ya que existen, CAVilemos sobre ellos, que no está de más y nunca se sabe.
domingo, 9 de marzo de 2008
Entre polvo y naftalina
“El desacuerdo con la mierda es metafísico. El instante de la defecación es la prueba cotidiana de carácter inaceptable de la creación (...). O bien la mierda es aceptable o bien la manera en que hemos sido creados es inadmisible”.
El mundo es un lugar en el que la mierda se comporta como si no existiera. A este ideal estético se refiere Kundera, cuando define lo kitsch. Tildado de vulgar, sentimentalista y de mal gusto, pretencioso o artísticamente falso; falto de originalidad y atribuido al deleite popular. Pero todo el gozo, en un pozo. Porque tal y como explica Kundera el kitsch, por esencia, es la negación absoluta de la mierda, excluyendo de su campo de visión todo aquello que la esencia humana tiene de esencialmente inaceptable.
Detrás de esta excelente reflexión y de un no menos maravilloso cuestionamiento sobre el ser humano, puticienta destapa el camuflaje que disimula el verdadero interrogante que late en nuestras entrañas:
_¿Quién soy yo? ¿Qué tienen en común conmigo Raffaella Carrá y Manolo Escobar, que han irrumpido muy sutilmente en mi pantalla de televisión durante todo el sábado noche?
Nada, si no fuera porqué se han convertido en iconos kitsch. Una moda que, aunque un tanto mojigata como refleja Kundera, rescata aquellos grandes éxitos del pasado que tanto nos hacen gozar.
Barriendo la escalera, entre polvo y naftalina, puticienta ha vuelto a tropezar, esta vez con el pop melancólico de los 90 de Belle&Sebastian. Suena su inconfundible Expectations (Tigermilk, 1996), tema que, curiosamente, ha sido remasterizado e incluido en la BSO de la película Juno. Créanme cuando les digo que puticienta no es la única que disfruta con este típico y tópico placer culpable. Presten oídos, tengan curiosidad y, si no les parece una mierda, deléitense.
http://es.youtube.com/watch?v=4ZjZ91E6fdE
miércoles, 5 de marzo de 2008
'Ciberterrorismo de Estado'
De esta revolución tecnológica y cultural debería derivarse utópicamente una sociedad homogénea e igualitaria, tanto en materia de difusión como de recepción de datos a través de la red. Sin embargo, el poder de transmitir información no está al alcance de todos: el factor capital ha dado lugar a una concentración vertical del producto info-comunicacional, situándolo en muy pocas manos. Las tecnologías de la globalización postindustrial han cambiado el sentido de la nueva migración: nuestra sociedad ya no se divide entre ricos y pobres, sino entre quienes pueden recibir y transmitir información y quienes han quedado desconectados del mundo. Se abre así un enfrentamiento moral en el que se cuestiona si nos encontramos ante una evolución positiva de nuestra sociedad o si, por el contrario, la Sociedad de la Información no es más que la sutil creación del entramado capitalista; un debate en el que se plantea si la desreglamentación del mercado informacional y la inexistencia de leyes que regulen el derecho al acceso y a la difusión cultural fomentan la desigualdad. Se habla del peligro de la homogeneización y de la desaparición de la identidad cultural de aquellos países que han quedado expuestos a los contenidos impuestos por las majors que controlan toda la programación. Sin embargo, de este sutil planteamiento se exime gratuitamente a los principales actores del espacio público: los gobiernos. Viéndose a sí mismos como posibles víctimas de la migración digital y del fenómeno Internet, actúan en consecuencia y también restringen en ocasiones el acceso a los nuevos servicios informacionales, audiovisuales, culturales y artísticos que ofrece la red.
Internet ha provocado que tanto la vida económica como política de nuestra sociedad empiece a emigrar hacía las inmediaciones de la red. En Internet se produce una gran cantidad de información, fiable o no, que para algunos puede resultar incontrolable y peligrosa. La imagen desbocada de Internet está provocando en los organismos gubernamentales de la mayoría de países una preocupación por la estructura estatal, viendo peligrar el control efectivo que tenían sobre las masas. Por lo tanto, esa libertad de la que supuestamente goza el usuario, que busca información, y el proveedor de contenido, que puede tratarse del mismo usuario, está siendo coartada tanto por aquellos que falsean información dentro de la red como por las instituciones estatales de algunos países, alegando que Internet es incontrolable y cuestionando el carácter desenfrenado que presenta la red. Ahora el elemento clave de manipulación que acecha al usuario se encuentra en la restricción de información y de contenidos por parte de las instituciones gubernamentales, justificando la acción como remedio a la condición incontrolable de Internet.
Abrumados por esta situación compleja, los Estados se ponen a la defensiva. Todos quieren tener Internet, pero sueñan con una red bajo control. Frente a este dilema, se despliega un arsenal de medidas represivas. Los regímenes más autoritarios legislan, vigilan y censuran. En Corea del Norte el caso Internet está zanjado: ni servidor, ni posibilidad de conexión. Arabia Saudí, no obstante, ha preferido construir un gigantesco sistema de filtración de direcciones y contenidos, dando lugar a una Intranet nacional. En el caso de China, que al parecer ya tiene 20 millones de internautas, se están formando brigadas de policías para “la guerra contra los artículos antigubernamentales y anticomunistas publicados en la red” y también se está dotando de un dispositivo legislativo sumamente represivo, en el que la cibercriminalidad puede ser castigada con la pena de muerte. Sin perder de vista a las democracias occidentales, en éstas el temor a un Internet incontrolable se traduce en repetidos intentos de instauración de un marco legislativo. Tal y como especifica Gutiérrez López “el verdadero problema que se presenta es que, parece ser que una serie de analfabetos digitales, normalmente jefes de gobierno, quieren controlar la red e imponer sus criterios de censura. El motivo principal es, según ellos, el ciberterrorismo. (...) Y si es así ¿quién nos salva a nosotros del ciberterrorismo de Estado?". Si Eric Hobsbawn levantara, asombrado, la cabeza, ¿pondría fin a esta era y daría nombre a otra en la que ni estados, ni delimitaciones, ni restricciones culturales desigualitarias tendrían ya sentido?