domingo, 11 de mayo de 2008

"Los neuróticos somos los periodistas. Los escritores son los maníaco-depresivos"

JORNADAS DE PERIODISMO CULTURAL Y HUMANIDADES
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

Divendres 9 de maig, 12.30
Barcelona, capital editorial


* Sergio Vila-Sanjuán, coordinador del suplement Cultura/s de La Vanguardia.
* Enrique Murillo, Los Libros del Lince / director del Master d’Edició de la UAB
* Gloria Gutiérrez, directora de l’agència literària Carmen Balcells.
Modera: David Barba.


"Los neuróticos somos los periodistas. Los escritores son los maníaco-depresivos", ultima David Barba, sorprendido tras las perlas editoriales que sacan a la luz los ponentes de esta segunda conferencia. Pero si algo resulta totalmente extraño y paradójico en esta compleja familia que convive entorno al libro, es que alguien tan notoriamente razonable y sensible como el librero se convierta en un asesino. Cuenta la leyenda que los hechos ocurrieron durante el primer tercio del siglo XIX. En la Ciudad Condal estudiantes, eruditos y coleccionistas acudían a su tienda, en Els Encants de Barcelona, para saciar su bibliomanía. Manuscritos de la Alta Edad Media, incunables del renacimiento y ediciones exóticas que Fray Vicent vendía al mejor de los postores, que no vacilaban en vaciar sus bolsillos para hacerse con piezas únicas como las que custodiaba el librero. Pero como añade Enrique Murillo, "la cantidad generalmente crea vicio". Ebrios por el perfume de los pergaminos y adictos al papel viejo, bibliófilos y coleccionistas aparecen muertos por doquier. ¿Por qué razón un sensible fraile, exclaustrado del monasterio de Poblet y convertido en eficaz librero, decide matar a sus clientes? Ama tanto a los libros que sólo por la voraz insistencia de los compradores se desprende de ellos. Luego sigue a sus clientes y en alguna callejuela los asesina y recupera homicidamente sus textos. Es tan grande el impacto que dicha historia causa en la sociedad internacional de la época que escritores tan prestigiosos como Charles Nodier, Jules Janin y Gustave Flaubert, entre otros, no dudan en escribir inquietantes versiones al respecto.



"Cuando el Quijote entra en la imprenta la única ciudad real que aparece en el libro es Barcelona", sostiene Sergio Vila-Sanjuán. Son estos mitos y leyendas sobre la Barcelona del libro, junto con la más reciente quimera de Zafón sobre el cementerio de los libros olvidados, los que él considera que conectan con la realidad actual de Barcelona como capital editorial. "El tejido humano de la edición está en Barcelona. Es una industria y al mismo tiempo es un ente. Cuenta la individualidad, la persona". De esta manera define Enrique Murillo la situación editorial catalana, que va en consonancia, bajo su punto de vista, con los números alcanzados en el último año en la edición española. "La prensa dice que en España no se lee. Sí se lee. Se lee muchísimo. Hay libros singulares con tiradas de más de un millón de ejemplares. (...) Estamos en un momento precioso de la industria editorial", añade el que fue editor de varias obras de Terenci Moix. Sin embargo, Gloria Gutiérrez considera que el momento es "extremo" y no estupendo, ya que "hay una gran cantidad de libros maravillosos que no encuentran su público. (...) Todos se ponen a comprar lo mismo y esto no es bueno". Cierto es, como comenta Murillo, que "este país ha odiado la lectura impresa. Ha tenido la lista de libros prohibidos más extensa de todo el planeta". De ahí el supuesto e hipotético camino de rosas que podría estar atravesando hoy en día el libro. Lo mejor del trayecto, en boca de Murillo, su perfume: "tu puedes hacer el mejor yogur del mundo y todo se queda igual. Si haces el mejor libro del mundo, todo cambia". Lo peor de la ruta, según puticienta, las espinas de la desgana. Así que, como culmina Murillo, "para cogerle la afición a esto de leer lo mejor es estar enfermo".

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